El ictus o accidente cerebrovascular (ACV) se trata de un trastorno de la circulación cerebral, que altera una parte del cerebro de forma súbita o gradual. Un ataque de ictus repentino afecta en mayor medida a las personas mayores, pero los jóvenes también pueden sufrirlo. Percibir los síntomas es muy importante para poder actuar lo antes posible, ya que puede que repercuta en la recuperación.
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Muchos estudios confirman que hasta un 80% de los ictus pueden evitarse con una vida saludable.
Existen varias señales que pueden hacer visible que alguien está sufriendo un ictus en un momento concreto. Entre ellos:
Lo más importante es actuar rápidamente, así habrá más posibilidad de minimizar las consecuencias. Estos son los consejos generales:
Hoy en día conocemos dos tipos posibles de ictus: el isquémico y el hemorrágico.
Es el más común y ocurre cuando se obstruye una arteria cerebral debido a un trombo o coágulo de sangre. El trombo limita la cantidad de oxígeno que llega al cerebro mediante el flujo sanguíneo.
Es menos frecuente y se produce por la rotura de una arteria y derrame de la misma en el cerebro. Por lo tanto, el oxígeno no llega al cerebro, y por ende, las células nerviosas dejan de funcionar.
El cuidado después de haber sufrido un ictus es costoso, ya que requiere mucha atención y ayuda para realizar las tareas diarias. Por eso, es necesario preguntar a los servicios sociales para informarse sobre las ayudas para personas dependientes (Ley de dependencia). Estos mismos nos darán información sobre los recursos locales y estatales. Como por ejemplo, la teleasistencia, servicios de ayuda a domicilio, centros de día, residencias, y hospitales de media y larga estancia.