La gripe es una infección vírica del sistema respiratorio cuyo principal problema desencadena en neumonía, responsable de un gran número de hospitalizaciones en el país. La enfermedad comienza con síntomas de fiebre alta, generalmente por encima de 38 ºC, seguido de dolor muscular, dolor de garganta, dolor de cabeza y tos seca.
La vacuna se administra una vez al año, antes del inicio de los primeros casos de gripes entre los meses de octubre y noviembre. También hay una vacuna contra la gripe homeopática, la cual se administra desde septiembre a marzo, con una dosis por semana.
El objetivo de la vacuna contra la gripe, tal y como explican las autoridades sanitarias, es prevenir la enfermedad y evitar las posibles complicaciones. De hecho, no hay que olvidar que la gripe se asocia con diversas complicaciones, tales como infecciones bacterianas o problemas del tracto respiratorio.
La vacuna contra la gripe puede prevenir los ingresos hospitalarios en personas mayores de 65 años. Esta enfermedad provoca entre 250.000 y 500.000 muertes cada año, por lo que es la medida más eficaz hasta el momento. Según un estudio la vacuna presentó un 39% de eficacia en personas entre los 65 y los 79 años.
Los investigadores señalaron que la efectividad de la inmunización para evitar situaciones que precisen la hospitalización del paciente es del 36%, aunque diferencia entre las personas sanas y las que padecen otros problemas de salud o se ven afectadas por otros factores de riesgo, como la edad o el subtipo de virus que cause dicha infección.
Sin embargo, en el caso de las personas que no presentaban otras condiciones médicas de riesgo, la efectividad de la vacuna en la prevención de los ingresos hospitalarios alcanzó el 51%, en comparación con el 30% de eficacia en las personas con uno o varios factores de riesgo, entre los que se incluyen patologías pulmonares o cardiovasculares, insuficiencia renal crónica, inmunodeficiencia, diabetes, obesidad u otras enfermedades.
Los efectos secundarios de la vacuna antigripal incluyen reacciones, sobre todo locales, que afectan a la zona en la que se puso la inyección. En este caso, el paciente puede experimentar enrojecimiento, hinchazón, así como dolor en las articulaciones y en los músculos. En general, estas reacciones son de corta duración.
Las reacciones adversas graves, como las neurológicas, son casos muy raros y excepcionales. Lo mismo sucede con los efectos secundarios cardiovasculares, como la pericarditis y vasculitis. Después de la vacunación pueden aparecer dolor de cabeza, neuropatía y encefalopatía.