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La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad crónica del sistema nervioso central (SNC) que afecta principalmente a los jóvenes de entre 20 y 30 años siendo la segunda causa de discapacidad entre adultos jóvenes. Esta enfermedad ataca a las estructuras de aislamiento y apoyo que rodean las neuronas del cerebro, la médula espinal y el nervio óptico; causando alteraciones visuales, de sensibilidad, motricidad o equilibrio. Los principales síntomas son la fatiga, la falta de equilibrio, dificultad del habla, temblores en el cuerpo, alteraciones en la visión, etc. Esta enfermedad no se puede pronosticar, y tampoco se conoce una cura. Además, cada caso es único, ya que los síntomas varían según cada persona; al igual que evoluciona de forma diferente. Por lo que es vital actuar desde los primeros síntomas de la esclerosis múltiple.
Este tipo de esclerosis múltiple se caracteriza por la presencia de recaídas o brotes imprevistos, en los cuales los síntomas pueden variar en intensidad y duración. Tras estos brotes, la persona afectada puede experimentar una recuperación parcial o total de los síntomas en un período de días o semanas. Sin embargo, es importante destacar que estas recaídas pueden ocurrir de manera impredecible y pueden afectar diferentes áreas del sistema nervioso central, lo que contribuye a la imprevisibilidad de la enfermedad.
En este tipo de esclerosis múltiple, las recaídas no suelen presentar una recuperación completa, sino que la enfermedad progresa de manera constante con el tiempo. Aunque pueden ocurrir remisiones temporales, la progresión de los síntomas continúa, lo que puede dar lugar a una discapacidad acumulativa a lo largo del tiempo. Este tipo de EM suele desarrollarse en personas que inicialmente padecían esclerosis múltiple remitente-recurrente, pero con el tiempo experimentan un cambio en el patrón de la enfermedad hacia una progresión más constante.
A diferencia de otros tipos de EM, la progresiva primaria se caracteriza por una progresión constante de los síntomas desde el inicio de la enfermedad, sin la presencia clara de recaídas o remisiones significativas. En este caso, la discapacidad tiende a acumularse de manera gradual a lo largo del tiempo, lo que puede afectar la calidad de vida y la autonomía de la persona afectada. Este tipo de EM puede presentar desafíos únicos en términos de manejo y tratamiento, ya que la progresión constante de los síntomas puede requerir estrategias de atención a largo plazo y un enfoque integral para controlar la enfermedad.
Aunque no está oficialmente reconocida como una categoría clínica, algunos expertos y pacientes hacen referencia a la esclerosis múltiple benigna. En estos casos, los síntomas iniciales pueden ser leves y estables, con poca o ninguna progresión a lo largo del tiempo. Las personas con esclerosis múltiple benigna pueden experimentar solo un brote inicial sin la aparición de nuevos síntomas o un empeoramiento significativo de la enfermedad después del diagnóstico. Sin embargo, es importante destacar que la definición de esclerosis múltiple benigna puede variar según la interpretación individual y la evolución única de la enfermedad en cada paciente.
La Federación Internacional de Esclerosis Múltiple ha elaborado una discapacidad entre adultos jóvenes. para mejorar la calidad de vida. Los Principios se basan en una amplia consulta con personas de más de 30 países con los conocimientos y experiencia de las personas afectadas por EM de todo el mundo.
Los Siete principios para mejorar la calidad de vida con EM son: